Alonso Jerónimo de
Salas Barbadillo.
(1580-1635).
Alonso
Jerónimo de Salas Barbadillo nació en Madrid en
1501 y murió en 1635. Su padre fue Diego de Salas Barbadillo, un
comerciante, y María de Porras, su madre, una mujer adinerada. Alonso
fue un excelente retratista de costumbres. Escribió poesía,
novelas y comedias. No se le considera un escritor moralista aunque sí
satírico y costumbrista. Su obra más famosa es La
hija de Celestina, publicada en Zaragoza en 1612, la cual alargó
el autor en 1614 con el título de La ingeniosa Elena. Salas
nunca se casó y murió sordo y pobre. Perteneció a
la Academia Poética de Madrid, una academia literaria, donde
conoció a Pedro Calderón de la Barca, Alonso de Castillo
Solórzano, Guillén de Castro, Luis de Góngora, Tirso
de Molina, Francisco de Quevedo, Juan Ruiz de Alarcón, Luis Vélez
de Guevara, Lope de Vega y otros insignes comediantes, novelistas y poetas.
Fue un novelista innovador a quien Cervantes elogió en su Viaje
del Parnaso. Varias de sus obras fueron traducidas al inglés
y el francés. La ingeniosa Elena inspiró partes de
Le Tartuffe ou l’imposteur (1669) de Molière (1622-1673)
y Les Hypocrites (1655) de Paul Scarron (1610-1660).
La hija de Celestina (Zaragoza,
1612).
Capítulo primero:
Llega Elena, hija de Pierres y Celestina, a Toledo.
Elena es una mujer joven y bella, sutil de ingenio y mentirosa en cuestiones
del corazón. Tenía ojos negros, rasgados, valentones y delincuentes.
Se vestía con mucha puntualidad de lo más práctico.
Atraía mucho a los hombres. Ella confiaba para vestirse bien solo
en su espejo [o sea, se conoce a sí misma]. El autor elogia la ciudad
de Toledo y a las toledanas. Antonio de Valladolid, un paje de don
Rodrigo de Villafañe, un caballero viejo de Sevilla (quien
había venido a Toledo a presenciar la boda de su sobrino, don
Sancho de Villafañe) habla con Elena. Elena se entera de que
el desposado tiene una debilidad por las mujeres. En efecto, el tío
quiere casarlo para evitar más daños (las «travesuras»
del sobrino le han costado la hacienda). Elena es como la de Troya, aunque
más hermosa y liviana, según el autor. Antonio, como nuevo
Paris, acompaña a Elena a su posada. Se le cae una daga al sentarse,
la cual dice Antonio que se la dio el tío al sobrino. Elena la toma
y, al tocar alguien a la puerta, esconde a Antonio en un aposento, cerrando
la puerta con llave mientras ella va a ver a don Rodrigo antes de que se
celebre la boda del sobrino.
Capítulo dos:
El galán que tocó a la puerta es Montúfar,
el supuesto «hermano» de Elena. También tiene una criada
vieja (la Méndez, de Burgos) y un pajecillo de 14
a 15 años. Don Sancho de Villafañe ve a Elena y se
enamora de ella. Casi se olvida de su casamiento. Elena, su «hermano»
y el paje se visten de negro y se van en coche a las casas del conde
de Fuensalida, donde se hospeda don Rodrigo de Villafañe.
Elena se hace pasar como una dama montañesa de León.
Don Rodrigo los recibe. Al verlas de negro intuye el viejo que será
una necedad de su sobrino. Elena le cuenta que su sobrino la vio en una
iglesia en su tierra (de León) y trató de enamorarla. No
pudiendo se valió de una esclava berberisca suya, a quien
le prometió la libertad, si lo dejaba entrar en una huerta donde
Elena estaba. Amenazándola con una daga, logró sus deseos.
Dejó caer la daga y la recogió ella. Al saber que se casaba,
vino a verlo para mostrarle la daga y pedirle 2.000 ducados para
entrarse de monja. Si no, impedirá que se celebre el casamiento.
El tío les otorga los ducados en oro y Elena y los suyos van rumbo
a Madrid, en caso de que se decida irlos a buscar en León.
La huéspeda del mesón donde se habían albergado los
criminales deja libre a Antonio de Valladolid, preso de amor y necedad.
Capítulo tres:
El miedo le ponía alas a Elena ya que los que mal viven siempre
viven en temor de los castigos que vendrán después. Robar
lo ajeno es oficio miserable que cuesta la vida a gente joven. Elena se
da cuenta de que Montúfar, de espíritu cobarde, da
suspiros más de arrepentimiento que de satisfacción y para
divertirlo le cuenta la historia de su vida en detalle [todo el capítulo
es una retrospección temporal]. Elena es de Madrid.
Su padre era Alonso Rodríguez, lacayo, gallego y borracho.
Su madre, «María» (en efecto, Zara), era
de Granada y había sido esclava mora. Servía
en Madrid a un caballero de los Zapatas. Cumplía con las obligaciones
de la Iglesia, temerosa de la Inquisición, ya que sus padres (de
Zara) habían muerto a causa del Santo Oficio en Toledo. Caballeros
de varias órdenes (de Alcántara, Calatrava, Montesa y Santiago)
querían mezclar su sangre con la de ella debido a su hermosura,
e incluso le ofrecían libertad, pero ella no se llevaba con cristianos,
siendo fiel al Profeta. Solo tenía relación con gallegos,
ya que eran como los moriscos. Lavaba la ropa de sus amos y tenía
relaciones sexuales con moros. Al morir la dama, deja libre a Zara. A los
40 años se casa con Alonso Rodríguez. Zara practicaba la
nigromancia
(como Celestina). También aderezaba doncellas. Era tan experta
en sus artes que el pueblo la llamaba segunda Celestina, título
del cual se honraba Zara. El padre de Elena, por boracho, recibe el nombre
de «Pierres» (por tener los franceses reputación
de ser borrachos). Pierres se arroja en los cuernos de un toro y muere.
Lo traen a casa y le pagan algo a su esposa e hija, las cuales tratan de
llorar aunque no mucho. A los 12 o 13 años,
Elena
era tan bonita que arrastraba príncipes deseosos de robarle la primera
flor. Ella se llamaba Elena de la Paz, pero la llamaban la hija
de Pierres y Celestina. La comadre en cuyas manos nació
se apellidaba Paz. Nació el día de Santa Elena. A los 14
años, Zara vende a su hija como virgen tres veces: primero a
un eclesiástico, después a un señor de título
y después a un genovés que perdió toda su hacienda
por Elena. Después de la muerte del genovés (hechizado por
Zara para que amara para siempre a Elena), la familia se traslada a Sevilla.
En el camino unos ladrones roban y matan a Zara.
Elena vuelve a Madrid
y se enamora de Montúfar, siendo él el primer hombre
a quien ella ama (escoge). De ahí pasaron a Toledo para robar
a Villafañe.
Capítulo cuatro:
Don
Sancho de Villafañe, después de su noche de bodas, sigue
pensando en Elena. Las torpezas del amor [digresión moral].
A las 10 del día, recibe don Sancho un mensaje de su tío,
pidiéndole que vaya a Madrid en búsqueda de los ladrones
que lo estafaron, ya que no hay cuenta de ellos en ninguna otra parte.
Un paje suyo, así como un cochero, vieron a Elena y la reconocerían.
Antes de llegar a Getafe descubren los criados el coche de Elena.
Se alborotan Montúfar y el cochero pero no Elena. Don Sancho ve
a Elena y no puede imaginarse que sea ella la ladrona. Insulta a los criados
y le pide perdón a Elena. Don Sancho quiere saber su nombre y domicilio
en Madrid pero Elena le miente respecto a estas dos preguntas y le dice
además que es mujer casada que la esperaba en coche a una
legua de Madrid.
Capítulo cinco:
Elena,
la Méndez y Montúfar se van a
Burgos
(donde la Méndez tiene una hermana) y se visten de peregrinos. Don
Sancho recibe noticias de la enfermedad de un hermano eclesiástico
suyo y va a verlo en Burgos. Elena se cansa del cobarde Montúfar
y la Méndez le advierte que la belleza no dura mucho (dura hasta
los treinta). Debiera encontrarse un buen hombre y dejar al pícaro
Montúfar, que le gasta hacienda y tiempo. Elena está de acuerdo.
Se enferma Montúfar en Guadalajara, Castilla-La Mancha,
y mientras sufre de calentura Elena y la Méndez lo abandonan, antes
burlándose de él. Están cansadas de su mal trato y
cobardía. Desean ser libres. Le aconsejan que se comulgue. Al principio
pensaba Montúfar que era broma pero al recuperarse en tres días
y enterarse de que iba en serio, las persigue y las encuentra diez leguas
antes de llegar a Burgos. Las roba, las ata a unos árboles
y las azota.
Capítulo seis:
Don Sancho encuentra a las dos mujeres. No cree que Elena sea la mujer
atada al árbol por creerla noble y casada. Dos cazadores que vienen
con él se pelean y don Sancho acude a ellos. Mientras tanto, Montúfar
regresa y las libera. Al regresar don Sancho, ve que ya no están
ahí y se deprime.
Capítulo siete:
Montúfar se había dado cuenta que el verdadero caudal estaba
en la belleza de Elena. Por eso volvió por ella(s). Deciden hacerse
amigos de nuevo y pasar a Sevilla. Se hacen peregrinos religiosos.
Un hombre honrado reconoce a Elena y los insulta pero el pueblo los defiende.
Obtienen mucho dinero. Elenica era medrosa y no le gustaba dormir sola.
Pasan así tres años. El colérico Montúfar
le pega a un criado suyo, quien lo acusa a la Justicia. Elena, por
tener un espíritu diabólico (e intuirlo todo), se retira
con Montúfar a la casa de una amiga suya. Llega la Justicia y solo
encuentran a la Méndez. Embargan sus bienes y encarcelan
a la Méndez. Después de confesar la pobre, le dan 400
azotes de muerte y 200 a los criados. Muere la Méndez
cuatro días después.
Capítulo ocho:
Montúfar
y Elena se van a Madrid, donde se casan. Ella se prostituye y el esposo
se hace cornudo y alcahuete de su esposa. Un hidalgo granadino judío
se gasta la hacienda en Elena. Un día Montúfar se da cuenta
de que Elena le presta atención a un joven llamado Perico el
Zurdo y, celoso y colérico, la azota. Ella se encoleriza y lo
envenena con un plato de guindas [cerezas con vidrio molido]. Montúfar,
antes de morir, quiere matar a Elena, pero Perico el Zurdo, escondido en
la recámara de Elena, sale y le da una estocada de muerte a Montúfar.
Un alguacil oye los gritos y se lleva a los culpables a la cárcel.
Ahorcan a Perico el Zurdo.
Agarrotan y encuban a Elena, causando
lástima a quienes la vieron. Lanzan su cuerpo al río Manzanares.
Elena había hecho testamento antes, restituyendo a don Rodrigo
de Villafañe el hurto, «como quien podía [ella],
por tener tan gruesa hacienda». Don Rodrigo ya había muerto,
así que heredó el sobrino, don Sancho, quien propuso de ahí
adelante vivir honesto casado.
Antonio de Valladolid, su antiguo
paje y ahora camarero, tomó el hábito de una religión.
Un poeta de Toledo le escribió un epitafio a Elena.
En él habla Elena, declarando que siempre mintió. Tuvo como
padres a un gallego y una africana madre. Después de muerta fue
arrojada al agua para que se vengara en su inocencia [o sea, Elena se considera
inocente, o de su relación con Perico el Zurdo o de su justa venganza
por el mal trato del cornudo, celoso y colérico Montúfar,
o de ambas, pero recuérdese que miente] el mayor enemigo de su padre
[o sea, el toro]. La referencia tendría que ser a Montúfar
(por los cuernos); recuérdese que irónica y jocosamente Perico
el Zurdo había llamado carnero (de nuevo, por los cuernos) al cornudo
(como un toro) Montúfar. El humor negro, aun después de la
muerte, no falta.
NB:
Encubar es meter a un reo culpable de un grave crimen como el parricidio
(la muerte de un pariente cercano) en una cuba [un recipiente de madera
o metal] con un gallo, una mona, un perro y una víbora, para después
echarlo al agua.
Jennifer Jason Leigh como «Daisy
Domergue» en The Hateful Eight de Quentin Tarantino.
Bibliografía sobre La
hija de Celestina (hasta 2017):
-
Browne, Peter E. "Los postulados del buen golpista,
de Luis Zapata." Revista de literatura mexicana contemporánea,
vol. 2, no. 6, Sept. 1997, pp. 65-70.
-
Fielding, Maria Electra Gamon Blanch. "Picaras, Moriscas
and Conversas: The Double-Marginalization of the 'Oriental Other' in Spain's
Early Modern Picaresque Novel." Dissertation Abstracts International,
vol. 73, no. 7, Jan. 2013.
-
Fradejas Lebrero, José. "Las pícaras menores:
Elena, Teresa, Rufina." Insula: Revista de letras y ciencias humanas,
vol. 43, no. 503, Nov. 1988, pp. 12-13.
-
LaGrone, Gregory G. "Salas Barbadillo and the Celestina."
Hispanic
Review, vol. 9, no. 4, Oct. 1941, pp. 440-458.
-
Listerman, Randall W. "La hija de Celestina: Tradition
and Morality." Language Quarterly, vol. 22, no. 1-2, 1983, p. 52.
-
Rey Hazas, Antonio. "Novela picaresca y novela cortesana:
La
hija de Celestina de Salas Barbadillo." Edad de Oro, vol. 2,
1983, pp. 137-156.
-
Rodríguez Mansilla, Fernando. "'Quien bien ata, bien
desata': La hija de Celestina de Salas Barbadillo." Ehumanista:
Journal of Medieval and Early Modern Iberian Studies, vol. 6, 2006,
pp. 114-131.
Creación de
A. Robert Lauer
Última actualización:
16 de enero de 2022
|